modo, aparte de toda factura, desde el punto de vista del pensamiento puro. Un lienzo para él es un' asunto; pintadlo de rojo o de verde, poco le importa. El mismo lo dice, no entiende nada de pintura, y discurre tranquilamente sobre las ideas. Comenta, fuerza al cuadro a significar algo; de la forma, ni una palabra.
Así es como llega a la bufonería. El nuevo crítico de arte, el que se vanagloria de echar las bases de uma ciencia nueva, da sus decretos de la manera siguiente: El «Retour de la Foire», de Courbet, es «la Francia rústica, con su carácter indeciso y su espíritu positivo, su lengua simple, sus pasiones tranquilas, su estilo sin énfasis, su pensamiento más cerca de la tierra que de las nubes, sus costumbres igualmente distantes de la democracia y de la demagogía, su preferencia decidida por las maneras comunes, apartada de toda exaltación idealista, feliz bajo una autoridad templada, en este justo medio por las gentes tan querido, y que jay! siempre las traiciona». La «Baigneuse» es una sátira de la burguesía: «Sí, vedla bien a carnuda y rellena, deformada por la grasa y el lujo; en la cual la flojedad de las carnes y la masa ahogan el ideal, y predestinada a morir de poltronería, cuando no de derretiesa burguesa,