| risible que viniéseis a hacerme cambiar y a hacerme mentir, vos, el apóstol de la verdad! No habéis comprendido que el arte es la libre expresión de un corazón y de una inteligencia, y que es tanto más grande cuanto más personal se muestra. Si existe arte de las, naciones, la expresión de las épocas, existe también la expresión de las individualidades, el arte de las almas. Un pueblo ha podido crear arquitecturas, pero ¡ cuánto más conmovido me siento ante un poema o un cuadro, obras individuales, donde me vuelvo a hallar con todas mis alegrías y mis tristezas! Por lo demás no niego la influencia del medio y del momento sobre el artista, pero ni siquiera tengo que preocuparme por ello. Acepto el artista tal como se me presente.
Decís dirigiéndoos a Eugenio Delacroix: «Me cuido bien poco de vuestras opiniones personales... No es por vuestras ideas y por vuestro propio ideal con lo que debéis obrar sobre mi ánimo al pasar ante mis ojos; es con la ayuda de las ideas y del ideal que están en mí, lo que es precisamente lo contrario de lo que os vanagloriais 'de hacer. De manera que vuestro talento se reduce... a producir en nosotros impresiones, movimientos y resoluciones que redundan, no ni en vuestra fortuna, sino en provecho de en gloria