69
— Responde. ¿Por qué no se lo has dicho a él?
Este él sonó y se irguió entre José y Laura como una pared divisoria entre dos lechos. Laura y José conocían muy bien el contenido de esa palabra. Este él era el padre presunto, y José decía él por Mateo, mientras que Laura pensaba que él no era precisamente Mateo, sino José. Y la cocinera volvió, por eso, a guardar silencio.
—¡Eso va a ser una vaina! —repitió José disponiéndose a partir.
—Laura trató de retenerlo con un gemido:
—¡Sí, sí! Porque yo no estoy preñada de su hermano, sino de usted...
José rió en la oscuridad, mofándose:
—¿De mí? ¿Preñada de mí? ¿Quieres echarme a mí la pelota de mi hermano? ....
—Sí! ¡Sí, don José! ¡Yo estoy preñada de usted! ¡Yo lo sé! ¡Yo lo sé! ¡Yo lo sé! ....
Un sollozo la ahogó, José argumentaba:
—Pero si yo no he estado contigo hace ya más de mes ....
—¡Sí, sí, sí, sí!.... Fue la última vez. La ultima vez....
— ¡Pero tú no puedes saber nada!.... ¿Cómo vas a saberlo, cuando, muchas veces, en una misma noche, has dormido conmigo y con Mateo? ....
Laura, en ese momento, sintió algo que la incomodaba. ¿Era el sudor? ¿Era la posición en que estaba su cuerpo? ¿Eran sus luxaciones? Cambió de posición y algo resbaló por el surco más profundo de su carne .... Instantáneamente cruzó por el corazón de Laura una duda compacta, tenebrosa, inmensa. En efecto. ¿Cómo iba a saber cuál de los dos Marino era el padre de su hijo? Ahora mismo, en ese momento, ella sentía oscuramente gravitar y agitarse en sus entrañas de mujer las dos sangres de esos hombres, confundidas e indistintas. ¿Cómo diferenciarlas?