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con gesto de fatiga—. Pase Las copas a mí me hacen siemusted! pre mucho daño. La vejez. ¡Qué quiere ¡Yo, no! ¡Yo he dormido como un chancho! Bueno, mi querido Marino. ¡Acabo de re-

_Sí —dijo Luna

usted. Siéntese.

telegrama del prefecto! ¡Mire usted!. El subprefecto le tendió el telegrama y José Marino leyó mentalmente. ¡Esexclamaba Marino ¡Estupendo! ¡Ya ve usted, ya se lo decía yo ayer! tupendo! ¡Naturalmente! El prefecto y el Mmistro tienen que aprobar lo que usted ha hecho. Ademas, Taik yo voy a escribirle en seguida a míster pasado y diciéndole que lo contándole lo que ha recomiende a usted inmediatamente al Cuzco lo de ayer y a Lima, a fin de que se apruebe usted de Cannas. y no lo muevan a —¡Eso es! ¡Eso es! ¡Bueno! ¡Bueno¡ Esto a los indios lo dejo al cuidado suyo. En cuanto parece que usted puede que están presos, me tomar unos quince para las minas. Ahí tamde bién acabo de leer en el periódico la entrada Unidos a la guerra europea. los Estados preguntó José Marino alborotado.

Sí?

periódico. ¡Sí, sí, sí! Acabo de leerlo en el ya debe también —Entonces, míster Taik saberlo a estas horas y habrá redoblado los trabajos de las minas. Tiene que enviar inmediatamente a Moliendo, para ser embarcado a Nueva York, un gran lote de tungsteno. Por eso, justamente, lo he llamado, para decirle que, en vista del apuro de peones en qus está la "Mining Society", disponga usted, hoy mismo, si lo quiere, de quince indios de los que tengo ahora en la cárcel. ¿No es posible tomar de ahí unos veinte? Por mi parte yo lo haría con mucho gusto. .

cibir

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