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los Estados Unidos! ¡Muchos de ellos son banqueros y son socios de otros mil Sindicatos de minas, de azúcar, de automóviles, de petróleo! jMísters Taik y Weiss solamente disponen de fortunas colosales!. dijo, acercándose el Bueno, señores ¿De cura Velarde del brazo del juez Ortega qué se trata? respondió con orgullo Mateo Ma¡Aquí aquí hablando de los yanquis! rino ¡Los gringos exclamó el cura ¡Ah! son los hombres! Bebamos una copa por los norteamericanos. Ellos son los que mandan! ¡Qué caracoles! Yo he visto al mismo obispo agacharse ante míster Taik la vez pasada que fui al El obispo quería cambiar al cura de Cuzco. Canta, y míster Taik se opuso y, claro, monseñor tuvo que agachársele! Mateo Marino ordenó a los músicos en alta voz: —¡Un "ataque"! ¡Un "ataque"! ¡Un "ata-

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que" Los músicos, que estaban en el corredor e ignoraban de lo que se hablaba dentro de los salones, tocaron un "ataque" fogoso, rítmico y algo monótono. Un vocerío confuso y ensordecedor se produjo en los salones. Todos tenían una copa en la mano y todos hablaban a gritos y a la vez: ¡Vivan los Estados Unidos! ¡Viva la "Mining Society"! Vivan los norteamericanos! ¡Viva Wilson! ¡Viva míster Taik! ¡Viva míster Weiss! ¡Viva Quivilca! ¡Viva, señores, el subprefectp de la provincia! ¡Viva el alcalde! ¡Viva el juez de primera instancia! ¡Viva el señor Iglesias! ¡Viva "Marino Hermanos"! ¡Abajó !

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¡Abajo!. de la bulla, y entre las notas entusiastas del "ataque", sonaron varios tiros de relos indios!

En medio

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