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lio

Tomados del Luna y

brazo,

el

alcalde Parga,

el

sub-

hermanos Marino discutían acaloradamente. El alcalde balbuceaba bambo-

prefecto

los

leándose de borracho ¡Yo soy todo de los yanquis! ¡Yo se lo debo todo! ¡La alcaldía! ¡Todo! ¡Son mis patrones! ¡Son los hombres de Coica! ¡No sólo de Coica argumentaba Mateo

Marino sino del Departamento! ¡Ellos mandan! ¡Qué cara jo! ¡Viva míster Taik, señores!... El subprefecto Luna, hombre versado en te,

mas

internacionales, explicaba entusiastamente a sus amigos: ¡Ah, señores! ¡Los Estados Unidos es el pueblo más grande de la tierra! ¡Qué progreso formidable! ¡Qué riqueza! ¡Qué grandes hombres, los yanquis! ¡Fíjense que casi toda la América del Sur está en manos de las finanzas

norteamericanas! ¡Las mejores empresas minelos ferrocarriles, las explotaciones caucheras y azucareras, todo se está haciendo con dólares de Nueva York! ¡Ah! ¡Eso es una cosa formidable! ¡Y van a ver ustedes que la guerra europea no terminará, mientras no entren en ella los Estados Unidos! ¡Acuérdense de lo que les digo! ¡Pero es claro! ¡Ese Wilson es cojonudo! ¡Qué talento! ¡Qué discursos que pronuncia! ¡El otro día leí uno!. ¡Carajo! ¡No hay que dudarlo!. José Marino adujo enérgicamente: ras,

.

.

— ¡Pero,

.

.

sobre todo,

la

"Mining Society"!

¡Es el más grande Sindicato minero en el Perú! ¡Tiene minas de cobre en el Norte, minas de oro y plata en el Centro y en el Sur Por todas partes! ¡Míster Weiss me decía en Quivilca lo que es la "Mining Society"! ¡Qué enorme empresa! ¡Oh! ¡Sólo les digo que los socios de la "Mining" son los más grandes millonarios de !

¡