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EL TAMAÑO DEL ESPACIO

y salta el vallado. Pero cuando lo ha hecho, vuelve a encontrarse dentro del recinto que creyó dejar, porque el encantamiento persistía. La ilusión espacial es una prisión análoga.

Nuestro Prometeo encadenado la ha abierto con la irresistible llave de las matemáticas. Pero la empresa de libertarse no ha hecho sino empezar para él. Todavía montan su imponente guardia en el portal los dioses siniestros y los amos malditos.

Antes de concluir, pido que el aplauso de vuestra cortesía se transforme en manifestación de gratitud para el eminente Einstein, el moderno Newton, el nuevo organizador del universo, a quien el nacionalismo, tan torpe en Berlín como en París o en Buenos Aires, obstruyó la cátedra con innoble alboroto — por judío.

Las rotas cadenas que oímos en nuestro canto inmortal, no bastan. Tenemos muchas otras que romper y así lo haremos con todas: con las de hierro y con las de oro...


FIN