—Muy guapa,—repitió el penitenciario dentro del embozo.
Y si no añadió el predicador de oficio, que se lo pregunten al corregidor...
Indudablemente está enamorado de ella..
—¡Ya lo creo!—exclamó el confesor de la catedral.
—De seguro—agregó cl académico..correspondiente.—Conque, señores: yo corto por aquí para llegar ántes á casa...
¡Muy buenas noches!
—Buenas noches,—le contestaron los dos capitulares.
Y anduvieron algunos pasos en silencio.
—Tambien le gusta á ese la molinera,murmuró entonces el magistral, dándole con el codo al penitenciario.
—Como si lo viera!—respondió éste, parándose á la puerta de su casa.—¡Y qué bruto es! Conque hasta mañana, compañero. Que le sienten á V. muy bien las uvas.
—Hasta mañana, si Dios quiere... Que buena nochepase V. muy —Buenas noches nos dé Dios,—rezó el