—Hay que mejorar de conducta...
—Ese dichoso molino!...
—Mi mujer lo tiene sentado en la boca del estómago dijo el académico con un tono en que se traducia el miedo á un próximo regaño.
—¡Pues y mis sobrinas!—exclamó uno de los canónigos, que por señas era ponitenciario. Mis sobrinas dicen que los sacerdotes no deben visitar comadres...
—Sin embargo—interrumpió su compañero, que era magistral: —lo no puede ser más inocente..que allí pasa —Toma! ¡Como que va el mismo señor obispo!
—Y luego, señores, á nuestra edad..repuso el penitenciario.—Yo he cumplido ayer los setenta y cinco.
—¡Es claro!—replicó el magistral.Pero hablemos de otra cosa: ¡qué guapa estaba esta tarde la señá Frasquita!
Oh, lo que es eso... ¡Como guapa, es guapa! dijo el abogado, afectando imparcialidad.