—Ya te lo dije yo hace tiempo,—contestó la mujer del Norte.—¡Pero, déjalo que pene!
—¡Cuidado, Lúcas, no te vayas á caer!
—Descuida, que estoy bien agarrado.
Tambien le gustas mucho al señor...
—Mira, no me des más noticias,—interrumpió ella. ¡Demasiado sé yo á quién le gusto y á quién no le gusto! ¡Ojalá supiera del mismo modo por qué no te gusto á tí!
—Porque eres muy fea,—contestó el tio Lúcasla —Pues fea y todo, soy capaz de subir á parra y echarte de cabeza al suelo...
—Más fácil seria que yo no te dejase bajar de la parra...
Eso es!... y cuando vinieran mis galanes, dirian que éramos un mono y una mona...
—Y acertarian; porque tú eres muy mona y muy rebonita, y yo parezco un mono con esta joroba...
—Que á mí me gusta muchísimo...
—Entonces te gustará más la del corregidor, que es mayor que la mia.