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do y picado de viruelas. Unicamente su boca era regular y su dentadura inmejorable. Dijérase que sólo la corteza de aquel hombre era tosca y fea, y que tan luego como empezaba á penetrarse dentro de él aparecian sus perfecciones, y que estas perfecciones principiaban en los dientes. Luego venia la voz, que era vibrante, elástica, atractiva; varonil y grave unas veces, dulce y melosa cuando pedia algo, y siempre dificil de resistir.

Llegaba despues lo que aquella voz decia: todo oportuno, discreto, ingenioso, persuasive... Y por último, en el alma del tio Lúcas habia valor, lealtad, honradez, sentido comun, deseo de saber conocimientos instintivos ó empíricos de muchas cosas, un profundo desden á los necios, cualquiera que fuese su categoría social, y cierto espíritu de ironía, de burla y de sarcasmo que le hacian pasar, á los ojos del académico, por un D. Francisco de Quevedo en brutoy por fuera el tio Lúcas.

Tal era por dentro Y