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su ejército el general Caro, y lo hizo su ordenanza más intimo, su verdadero criado de campaña. Cumplido, en fin, su empeño militar, fuéle tan fácil al tio Lúcas rendir el corazon de la señá Frasquita, como fácil le había sido captarse el aprecio del general y del prelado. La navarra, que tenia á la sazon veinte abriles, y era el ojo derecho de todos los mozos de Estella, algunos de ellos bastante ricos, no pudo resistir á los continuos donaires, á las chistosas ocurrencias, á los ojillos de enamorado mono y á la bufona y constante sonrisa, llena de malicia, pero tambien de dulzura, de aquel murciano tan atrevido, tan locuaz, tan avisado, tan dispuesto, tan valiente y tan gracioso, que acabó por trastornar el juicio no sólo á la codiciada beldad, sino tambien á su padre y å su madre.

Lúcas era en aquel entonces, y seguia siendo en la fecha á que nos referimos, de pequeña estatura (á lo menos con relacion á su mujer), un poco cargado de espaldas, muy moreno, barbilampiño, narigon, oreju-