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de verlos tan pacíficos y dichosos durante el resto de su peregrinacion por este valle de lágrimas y risas.

La señá Frasquita, pues, trasladada de Navarra á aquella soledad, no habia adquirido ningun hábito andaluz, y se diferenciaba mucho de las mujeres campesinas de los contornos. Vestia con más sencillez, desenfado y elegancia que ellas; lavaba más sus carnes y permitia al sol y al aire acariciar sus arremangados brazos y su descubierta garganta. Usaba hasta cierto punto el traje de las señoras de aquella época, el traje de las mujeres de Goya, el traje de la reina María Luisa; si no falda de medio paso, falda de un paso solo, sumamente corta, que jaba ver sus menudos piés y el arranque de su soberana pierna: llevaba el escote redondo y bajo, al estilo de Madrid, donde se dotuvo dos meses con su Lúcas al trasladarse de Navarra á Andalucía; todo el pelo recogido en lo alto de la coronilla, lo cual dejaba campear la gallardía de su cabeza su cuello; sendas arracadas en las diminu—y dede