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señora se llamaba doña Mercedes Carrillo de Albornoz y Espinosa de los Monteros, y que era hija, nieta, biznieta, tataranieta Y hasta vigésimanieta de la ciudad, como descendiente de sus ilustres conquistadores.
Su familia, por razones de vanidad mundana, la habia inducido á casarse con el viejo y acaudalado corregidor, y ella, que de otro modo hubiera sido monja, pues su vocacion natural la iba llevando al cláustro, consintió en aquel doloroso sacrificio.
A la sazon tenia ya dos vastagos del arriscado madrileño, y aún se susurraba que habia otra vez moros en la costa...
Conque volvamos á nuestro cuentogắn