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Los criados cedieron paso, y el de Zúñiga y sus acompañantes penetraron en el portal y tomaron por la escalera arriba.

Ningun reo ha subido al patíbulo con paso tan inseguro y semblante tan demudado como el corregidor subia las escaleras de su casa... Sin embargo, la idea de su deshonra principiaba ya á descollar, con noble egoismo, por encima de todos los infortunios habia causado y que lo que afligian, y sobre las demas ridiculeces de la situacion en que se hallaba.

—¡Antes que un Zúñiga y un Ponce de Leon!... ¡Ay de aquellos que lo hayan echado en olvido!

todo—iba pensando, soy