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,55 —Pero, señor...—observó el señor Juan Lopez, poniéndose de rodillas. ¡Perdone usía que lo haya maltratado! ¿Cómo habia de conocer á úsía con esa ropa?

—Bárbaro!—replicó el corregidor: ¡alguna habia de ponerme! ¿No sabes me han robado la mia? ¿No sabes que una compañía de ladrones, mandada por el tio Lúcas...

—Miente V.!—gritó la navarraque.

—Escúcheme V., señá Frasquita, le dijo Garduña, llamándola aparte.—Con permiso del señor corregidor y la compaña.—Si Vno arregla esto, nos van á ahorcar á todos, empezando por el tio Lúcas...

—Pues ¿qué ocurre?—preguntó la señá Frasquita.

—Que el tio Lúcas anda á estas horas por la ciudad vestido de corregidor... y que Dios sabe si habrá llegado con su disfraz hasta el propio dormitorio de la corregidora!

Y el alguacil le refirió en cuatro palabras todo lo que ya sabemos.

—¡Jesus!—exclamó la molinera.—¡Con-