Caza mayor!—añadió otro.
Mayúscula! respondió Garduña solemnemente. Figuraos si la cosa será delicada, cuando el señor corregidor y yo hacemos la batida por nosotros mismos!Conque... hasta luego, buenas piezas, y mucho ojo.
—Vaya V. con Dios, señor Bastianrepusieron todos, saludando á Garduña.
—Mi estrella se eclipsa!—murmuró éste al salir del corregimiento.—¡ Hasta las mujeres me engañan! La molincra sc cncaminó al lugar en busca de su esposo, en vez de venirse á la ciudad. ¡Pobre Garduña!
¿Qué se ha heche de tu olfato?
Y discurriendo de este modo, emprendió la vuelta al molino.
Razon tenia el alguacil para echar de ménos su antiguo olfato, puesto que no venteó á un hombre que se escondia en aquel momento detrás de unos mimbres á poca distancia de la ciudad, exclamando para su capote, ó más bien para su capa de grana: Guarda, Pablo! Por allí viene Gar-