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teme V. lo que le pasa... ¿Ha tenido Vmiedo de dormir sola?

¡No sea V. desvergonzado, señor Juan!

¡Demasiado sabe V. que á mi no me gustan sus bromas ni sus véras! Lo que me pasa es una cosa muy sencilla: que V. y el señor corregidor han querido perderme; pero que se han llevado un solemne chasco. Yo estoy aquí, sin tener de qué abochornarme, y el señor corregidor se queda en el molino muriéndose...

¡Muriéndose el corregidor!—exclamó su subordinado. Señora, ¿sabe V. lo que sc dice?

EL—Lo que V. oye. Se ha caido en el caz, casi se ha ahogado, ó ha cogido una pulmonía, yo no sé... Eso es cuenta de la ó corregidora. Yo vengo á buscar á mi marido, sin perjuicio de ir mañana mismo á Granada...

Demonio, demonio! — murmuró el señor Juan Lopez. A ver, ¡Manuela!...

¡muchacha!... anda y aparéjame la mulilla...

Señá Frasquita, al molino voy... ¡Desgra-