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la navarra. ¡Para algo soy más ligero que una borrica!
Dijo Garduña, y desapareció por la escalera abajo.
Se cae de su peso que durante aquella ausencia del alguacil fué cuando el molinero estuvo en el molino y vió visiones por el ojo de la llave.
Dejemos, pues, al corregidor sudando en el lecho ajeno, á Garduña corriendo hácia la ciudad (adonde tan pronto habia de seguirlo el tio Lúcas con sombrero de tres picos y capa de grana), y, convertidos tambien nosotros en andarines, volemos con direccion al lugar, en seguimiento de la valerosa señá Frasquita.
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