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XVII.

Un alcalde de monterilla.

El Sr. Juan Lopez, que como particular y como alcalde era la tiranía, la ferocidad y el orgullo personificados (cuando trataba con los inferiores), dignábase, sin embargo, á aquellas horas, despues de despachar los asuntos oficiales y los de su labranza, y de pegarle á su mujer la cotidiana paliza, beberse un cántaro de vino en compañía del secretario y del sacristan, operacion que iba más de mediada aquella noche cuando el molinero comparcció en su presencia.

—Hola, tio Lúcas!—le dijo, rascándose