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—Toñuelo, jaquel es Garduña, con su sombrero de tres picos y sus patas de alambre!

Mas antes de que contestara el interpelado, la sombra, deseosa sin duda de eludir aquel encuentro, habia dejado el camino y echado á correr á campo travieso con la velocidad de un ave nocturna.

—No veo á nadie—respondió entonces Toñuelo con la mayor naturalidad.

—Ni yo tampoco—replicó el tio Lúcas, comiéndose la partida.

Y la sospecha que ya se le ocurrió en el molino principió á adquirir cuerpo y consistencia en el espíritu receloso del jorobado.

—Este viaje mio—dijose interiormente, es una estratagema amorosa del corregidor. La declaracion que le of esta tarde desde lo alto del emparrado me demuestra que el vejete madrileño no puede esperar más. Indudablemente, esta noche va á volver de visita al molino, y por eso ha principiado quitándome de en medio. Pero ¿qué