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Cortejo de Arrabal


Sobre el desierto y mísero poblado
que ayer sus sueños de ventura urdía,
la tarde soñolienta ha derramado
un tul espeso de melancolía.

La campiña se anega de emoción
por el desastre que debió pasar.

Hay en los ranchos gran desolación,
viejos y chicos rumian el pesar,
los perros aúllan de superstición.

¡Oh, cuitados que, henchidos de espera'nza
anhelábais el bien imaginado!...
¿Y cómo iba ser posible si es que afianza
la artera furia del fusil cargado?
Porque en el áspero conflicto que hubo,
se cernían fatídicos fracasos;
por sofocarlo la emprendió a balazos
tropa brutal que el potentado tuvo
Y hoy?... Tal cual un arroyo desbordado,
bajo la furia torrencial que arrasa,
la doliente columna se desplaza
por la amplitud del arrabal callado.
 
Desordenada, larga, clamorosa,
se desenvuelve, agranda y balancea
en la calleja herbosa y polvorienta.