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parecía ir formando poco a poco una red invisible en torno del joven baronet. El mismo Holmes había dicho que en toda la larga serie de sus sensacionales investigaciones no se le había. presentado nunca un caso más complejo. A mi vuelta, siempre á pie, por el camino gris y solitario, iba haciendo votos por que mi amigo se viera libre cuanto antes de sus ocupaciones, y viniera á quitarme de los hombros la pesada carga de responsabilidad que empezaba ya á abrumarme.

De pronto interrumpió mis pensamientos el sentir detrás de mí que alguien se aproximaba corriendo y me llamaba por mi nombre. Me di vuelta, creyendo que iba á ver al doctor Mortimer, pero noté con sorpresa que era un extraño el que me seguía. Era un hombre bajo, delgado, de cara afei..tada, muy cuidada, pelo rubio y mandíbulas pro minentes; tendría de treinta á cuarenta años y es taba vestido con un traje gris cubierto por un sombrero de paja. Llevaba colgada del hombro una caja de latón para especímenes botánicos, y en la mano una red verde de cazar mariposas.

—Espero que usted se servirá disculpar mi audacia, doctor Watson—me dijo, acercándose ja deante. Aquí, en el páramo, somos gente sencilla, y no nos cuidamos de las presentaciones formales. Es probable que usted haya oído citar mi nombre á nuestro común amigo Mortimer. Soy Stapleton, de Merripit House.

—Su red y su caja podían habérmelo dicho lo contesté, porque sabía que el señor Stapleton era naturalista. Pero cómo me ha conocido usted?

—Estaba de visita en casa de Mortimer cuando pasó usted por ella, y él me lo señaló desde la ventana de su gabinete. Entonces, como el cami7