Me puse & escuchar, pero el rumor no se repitió:
por que deduje que todo no habría sido más que una ilusiónwwww Yo lo of claramente, y estoy seguro de que era en realidad el sollozar de una mujer.
Tenemos que averiguar la cosa ahora mismo.
El baronet llamó á Barrymore con la campanilla y le preguntó si podía explicar la cuestión. Me pareció ver que el mayordomo se ponía más pálido que de costumbre al oir la pregunta que le dirigió su amo.
—No hay más que dos mujeres en la casa, sefor—contestó.—La fregona, que duerme en la otra ala, y mi mujer. Y puedo responder de que no ha sido mi mujer la que lloraba.
Pero el mayordomo había mentido al decir esto, porque sucedió que, después del desayuno, encontré á la señora Barrymore en el comedor, en ocasión en que el sol le daba de lleno en la cara.
Esta señora era una mujer muy gruesa, impasible, de labios rígidos, severos. Pero sus ojos de latores estaban enrojecidos y miraban por entre los párpados hinchados. Era ella, evidentemente, a que lloraba de noche, y su marido no podía ignorar esto. Sin embargo, Barrymore había preferido correr el riesgo de ser tenido por embustero, había declarado lo contrario. ¿Por qué había hecho él esto? ¿Y por qué lloraba ella tan amarga—mente?
Empezaba ya á formarse en torno de este hombre de rostro pálido y de barba negra una atmósfera de misterio y de lobreguez. El había sido el primero en descubrir el cadáver de sir Carlos, y no teníamos sino sus declaraciones para conocer las circunstancias en que se había producido la