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85 muy joven cuando vió por última vez Baskerville Hall, no es así?

—Cuando murió mi padre era un muchacho de poco más de diez años, y nunca he visto el Hall, porque vivíamos en una casita de campo en la costa Sur. De allí ful directamente á los Estados Unidos, casa de un amigo. Le aseguro que todo será tan nuevo para mí como puede serlo para el doctor Watson; lo que tengo vivisimos deseos de conocer es el páramo.

— Vayal Entonces puede satisfacerlos fácilmente, porque ahí tiene usted ya la primera vista del páramo dijo el doctor Mortimer extendiendo el brazo fuera de la ventanillabums d Por encima de los cuadros verdes de los campos y de la curva baja de un bosque, se elevaba á lo lejos, confusa y vaga por la distancia como un paisaje fantástico en un sueño, una colina gris y melancólica, de cumbre extraña y crestada. Sir Enrique estuvo largo tiempo con los ojos fijos en ella, y pude advertir por la intensa expresión de su semblante cuánto significaba para el aquella primera ojeada al sitio extraño donde los de su sangre habían dominado tanto tiempo, dejando hue llas tan profundas. Lo vefa allí con su traje de la nilla y su acento yanki, en un rincón de un prosaico coche de ferrocarril; pero cuanto más observaba su rostro obscuro y expresivo, tanto más comprendía cuán digno descendiente era de aquella larga serie de hombres de sangre noble, y de alma ardiente y dominadora. Había orgullo, valor y fuerza en sus gruesas cejas, en las sensitivas ventanas de su nariz y en sus grandes ojos castaños. Si en aquel páramo prohibido nos esperaba alguna empresa difícil y peligrosa, el baronet era seguramen-