y su mujer son un matrimonio tan respetable como el mejor de la provincia.
—Sin embargo—dijo sir Enrique,—salta á la vista que mientras no esté en el Hall alguno de la familia, esa gente puede disponer de una casa amplia y espléndida, y no tiene nada que hacer.
—Es cierto.
— Favoreció de alguna manera & Barrymore el testamento de sir Carlos?—preguntó Holmes:
—El y su mujer recibieron dos mil quinientos pesos cada uno.
—¡Ah! ¿Sabían ellos que iban á resibi ·legado?
—Sí; sir Carlos era muy amigo de hablar de las disposiciones de su testamento.
—Entonces, la cosa es muy importante—observó Holmes.
—Espero, sin embargo—le dijo el doctor Mortimer, que usted no trará con ojos sospechosos á todos los que hayan reibido algún legado de sir Carlos, porque yo también fuí favorecido con cinco mil pesos.
—¡Hola! Y hubo otros legatarios?
—Muchos particulares con sumas insignificantes, y un gran número de establecimientos de caridad. El resto fué todo para sir Enrique.
Y cuánto era el resto?
—Tres millones setecientos mil pesos.
Holmes alzó las cejas sorprendido.
—No tenía la menor idea de que se tratara de una suma tan colosal—dijo.
—Sir Carlos tenía fama de rico, pero no supimos hasta qué punto lo era sino cuando tuvimos que examinar sus títulos. El valor total de sus bienes era casi de cinco millones de pesos.