Qué lástima que no hayamos tomado el número!.
—Mi querido Watson, por torpe que haya sido yo esta vez, no vaya á creer usted que me olvidé de tomar el número: 2704 es el de nuestro hom bre. Pero esto no nos sirve para nada por el momento.
—La verdad es que no sé cómo podría haber hecho usted en este caso más de lo que ha hecho..
—Al ver el cab, debía haberme vuelto instantáneamente, tomando otra dirección. Entonces con toda tranquilidad, podría haber subido á otro cab y haber seguido al individuo á una distancia pru dencial; ó, mejor todavía, nos habríamos ido al Northumberland Hotel á esperarlo. Una vez que nuestro desconocido hubiera dejado á sir Enrique en su casa, habríamos tenido ocasión de hacerle á él el mismo juego, viendo adónde se dirigía. Lo cierto es que, por avidez indiscreta, de la que se aprovechó nuestro adversario con extraordinaria prontitud y destreza, nos hemos traicionado y ho mos perdido la pista.
Durante esta conversación habíamos seguido despreocupadamente por la calle Regent, y hacia tiempo que habían desaparecido de nuestra vista el doctor Mortimer y su compañero.
—No hay ya objeto en seguirlos—dijo Holmes.
—La sombra se ha ido y no volverá. Vamos á ver qué otras cartas tenemos en la mano, y las jugare.mos resueltamente. ¿Podría usted hacer una declaración jurada respecto á la cara del hombre que estaba en el cab?
—Sólo podría jurar respecto á la barba.
—Yo también no he visto más que la barba..de lo que deduzco que, muy probablemente, era M ›