i 68 Quién era ese hombre?
—No tengo la menor idea.
Un espía?
Vea: era evidente, por lo que hemos oído, que sir Enrique estaba siendo objeto de una estrecha vigilancia desde su llegada á Londres. ¿De qué otra manera podía haberse sabido que era en el North—umberland Hotel donde iba á alojarse? Y si lo habían seguido el primer día, supuse que también lo seguirían el segundo. Notó usted que, mientras el doctor Mortimer repetía su historia, me acerqué dos veces á la ventana?
—Sí, me acuerdo.
—Quería saber si había desocupados paseándose por la calle, pero no vi ninguno. Tenemos que habérnoslas con un hombre muy hábil, Watson. Este asunto es muy intrincado, y aunque todavía no puedo precisar, de una manera definitiva, si es un agente amigo ó enemigo el autor del anónimo y el hombre del cab, me doy cuenta, sin embargo, de su fuerza y de que algo se propone. Cuando salieron nuestros amigos, me dispuse á seguirlos inmediatamente, con la esperanza de descubrir á su misterioso perseguidor. El hombre es tan astuto, que no se consideró seguro á pie, y se sirvió de un cab á fin de poder andar despreocupadamente detrás de ellos, como si se paseara, ó pasarlos á escape, con lo que evitaba el peligro de hacerse sospechoso. Este método tenía, además, la ventaja de que, si ellos tomaban un coche, él estaba ya listo para seguirlos. Pero también tenía, por supuesto, una desventaja manifiesta.
—La de que se entregaba al cochero.
—Exactamentewwww }