pía las alternativas caprichosas del favor popular; y, como á esta ventaja se agregaba la de la discreción del novelista, respetuoso siempre de la verdad, de la moral y del lenguaje, el resultado ha sido que todos los géneros: la novela pasional, la de aventuras, la de intriga, la criminal, la policial, la fantástica, todas viven y prosperan hoy todavia, ante un público que no ha tenido por qué estragarse. Rider Haggar, Carlota Braemé, Clark Russell, Conan Doyle, H. G. Wells, Florence Warden, Fergus Hume («El misterio de un coche de plaza), Anthony Hope (El prisionero de Zenda»), Guy Boothby («El doctor Nikola), son todos escritores de folletin (serial writers) afortunados y prósperos, cuya popularidad ha llegado hasta nosotros no obstante la muralla china de su idioma.
Esta superioridad, en cuestión de favor público entre nosotros, de la literatura popular inglesa sobre su congénere latina, no se explica solamente por la inferioridad relativa de esta última en intensidad de interés y en arte literario; hay también otra causa. La novela popular inglesa tiende á especular con la aventura, esto es, con la lucha de la inteligencia y del valor contra la astucia y la audacia, y las peripecias de esta lucha sana y noble retemplan los norvios del lector y los fortifican. La novela popular latina tiende á especular con la pasión y el vicio, esto es, con la porfía de un ente desequilibrado en pugna con el buen sentido; y las vicisitudes de esta lucha inútil (que arrastra á pesar de todo, á los espíritus ingenuos) estrujan los nervios del lector y los relajan.
Esto y otras consideraciones que podrían hacerse sobre lo que tieno de lo moral y lo instructivo la novela popular francesa de estos tiempos, justifica el hecho de que el público lector entre nosotros muestre ahora una predilección especial por la novela inglesa.
«El Sabueso de los Baskerville, el último libro de Arthur Conan Doyle, es precisamente uno de los que se han hecho populares entre nosotros. Este antecedente, nos exime de la tarea de enumerar los méritos de la obra; aparte de que, como traductor y parte interesada, estamos tan inhibidos como el autor para hablar de ella. Al presentar la obra nos limitaremos á recordar que Conan Doyle es un escritor inglés, ya maduro, á quien han dado celebridad mundial sus novelas policiales. Que es el autor de La señal de los cuatro», «La mancha de sangres y *Las aventuras de Sherlock Holmes». Que el héroe de esta nos vela es este Sherlock Holmes, el famoso agente privado de pes-