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suelto,— —creo que he hablado bastante sobre lo poco que sé. Ya es hora de que cumplan ustedes su promesa de darme cuenta detallada de qué es lo que estamos todos tratando aquí.
—Su deseo es muy razonable dijo Holmes.
Doctor Mortimer, creo que lo mejor que puede hacer usted es contar la historia á sir Enrique tal como nos la contó á nosotros.
Invitado de este modo, nuestro científico amigo sacó sus papeles del bolsillo, y expuso el caso en todos sus detalles, como lo había hecho la mañana anterior. Sir Enrique Baskerville lo oyó con la más profunda atención, soltando de tiempo en tiempo una exclamación de asombro.
— Caramba —dijo, "cuando el doctor Mortimer hubo terminado.— Parece que me ha tocado una herencia de mil diablos! La historia del sabueso la conozco, por supuesto, desde que era una criatura. Es el cuento mimado de la familia, y nunca hasta ahora se me había ocurrido tomarlo por lo serio. Pero, por lo que se refiere á la muerte de mi tío... caramba!... todo eso parece que estuviera hirviéndome dentro de la cabeza; no puedo comprender nada. Por lo que veo, no se ha puesto en claro todavía si éste es un caso en que deba intervenir la policía ó la iglesia.
—Precisamente.
—Y ahora tenemos la cuestión de la carta que me han dirigido al hotel. Me parece que el carácter misterioso de esta misiva está perfectamente de acuerdo con el asunto.
—La carta hace ver que hay alguien que sabe mejor que nosotros lo que está pasando en el páramo dijo el doctor Mortimer.
—Demuestra también—observó Holmes, que 1 1