noche, y por qué lo esperaba en la alameda y no en su propia casa?
—Cree usted entonces que estaba esperando & alguien?
—El hombre era viejo y achacoso, y el suelo estaba húmedo y la noche destemplada. En tales condiciones es natural que se dejara estar alli unos cinco ó diez minutos, como el doctor Mortimer, con más sentido práctico del que yo le hubiera supuesto, ha deducido de la ceniza del cigarro?
—Pero sir Carlos salía todas las noches.
—Creo poco probable que todas las noches esperara en el portillo. Por el contrario, lo que está comprobado es que evitaba el páramo. Aquella noche esperó allí. Era la noche anterior al día de su partida á Londres. La cosa va tomando formas, Watson. Se hace coherente. ¿Quiere hacerme el favor de alcanzarme el violín? Y aplacemos toda otra reflexión sobre el asunto hasta mañana, cuando hayamos tenido la oportunidad de ver al doctor Mortimer y á sir Enrique Baskerville.
IV
SIR ENRIQUE BASKERVILLE
La mesa de nuestro desayuno había sido despejada temprano, y Holmes, en su bata de casa, esperaba la prometida visita. Nuestros clientes fueron puntuales, porque apenas habían dado las diez