venido á exponer & usted el caso y á pedirle consejoinump Holmes reflexionó durante un momento.
—En pocas palabras, la cuestión es ésta—dijo.
A juicio de usted existe una influencia diabólica que hace de Baskerville Hall una morada peligrosa para alguno de la familia, ¿no es así?
—Puedo decir, por lo menos, que hay pruebas de que es así.
—Perfectamente. Pero es indudable que, si su teoría de un agente sobrenatural es la cierta, este agente puede causar males al joven heredero tanto en Londres, y tan fácilmente, como en Devonshire. Un demonio con poderes puramente locales, como un alcalde de barrio, sería algo completamente inconcebible.
—Trata usted la cuestión con más ligereza, señor Holmes, de la que emplearía probablemente si llegara á estar en contacto personal con estas cosas. Su parecer, entonces, según entiendo, es que el joven, estará tan seguro en Devonshire como en Londres. Sir Enrique llega' dentro de cincuenta minutos. ¿Qué me aconseja?
—Le aconsejo, señor, que tome un cab, que recoja á su perro que me está arañando la puerta de calle y que se vaya á la estación á recibir á sir Enrique Baskerville.
—¿Y después?
—Después no le dirá usted á él absolutamente nada hasta que yo haya hecho mi juicio sobre el asunto.
—¿Y cuánto tiempo necesitará usted para hacer su juicio?.
—Veinticuatro horas. Mañana, á las diez de la mañana, doctor Mortimer, le estaré muy agradeci-