que ir hasta el sitio por donde había pasado el animal, la verja del parque, y mirar á todos lados tratando de descubrirlo. Pero no vi nada. El incidente causó la más grave impresión en el espíritu de sir Carlos. Estuve con él toda la noche, y en esta ocasión fué cuando me confió, para explicar la impresión que había sufrido, el manuscrito que he leído ya á ustedes. He referido este pequeño episodio porque adquiere cierta importancia en vista de lo que ocurrió después; pero en aquella ocasión yo estaba segurísimo de que el incidente había sido perfectamente trivial, y de que la agitación y sobresalto de sir Carlos no se justificaban de ninguna manera.
»Por consejo mío, era por lo que sir Carlos se disponía á marcharse á Londres. Yo sabía que su corazón andaba mal, y que la constante ansiedad en que vivía, por quimérica que pudiera ser la causa que la provocaba, estaba causando manifestamente una seria perturbación en su salud; y calculé que, después de unos cuantos meses de distracciones en la diudad, el hombre volvería al Hall completamente transformado. El naturalista Stapleton, de Merripit House, un amigo común, que se interesaba mucho también por la salud de sir Carlos, era de mi misma opinión. El viaje estaba, pues, resuelto; pero en el último momento ocurrió la fatal desgracia.
»La noche de la muerte de sir Carlos, Barrymore, el mayordomo que descubrió el cadáver, me envió á caballo al cochero Perkins; y como éste me encontró levantado todavía, pude llegar á Baskerville Hall una hora justa después de haberse producido la catástrofe. He verificado y he comprobado en persona todos los hechos citados