dentemente muy grande importancia el hecho de que el heredero de sir Carlos venga á establecerse en el Hall y á continuar la buena obra tan tristemente interrumpida. Si la sencilla y natural conclusión del coroner no hubiera dado cuenta, de una manera definitiva, de las románticas historias que han estado circulando con motivo de este asunto, habría sido difícil encontrar un arrendatario para Baskerville Hall.
»Parece que el pariente más cercano del difunto es el señor Enrique Baskerville, si es que aún vive, hijo del segundo hermano de sir Carlos. Las últimas noticias que hay de este joven lo hacen en Norte América, y se han tomado ya las medidas del caso para comunicarle que los valiosos bienes de los Baskerville están á su disposición.»
El doctor dobló otra vez su periódico, y volvió á metérselo en el bolsillo.
—Estos son los hechos públicos, señor Holmes, que se relacionan con la muerte de sir Carlos Baskerville.
—Tengo que agradecerle ante todo —dijo Holmes,— el que me haya hecho conocer un caso que presenta en realidad algunos rasgos interesantes. Ya había visto uno que otro comentario al respecto en los diarios de aquellos días, pero estaba entonces tan preocupado por el asunto de los camafeos del Vaticano, que por mi empeño en servir al Papa perdí varios casos importantes en Ingiaterra. ¿Dice usted que el artículo contiene todos los hechos públicos?
—Así es.
—Entonces, hágame conocer los privados.
Y Holmes se arrellanó de nuevo en su asien-