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hecho de que muchos de los de nuestra familia han tenido una muerte desdichada, porque ha sido repentina, sangrienta y misteriosa; pero acojámonos á la infinita bondad de la Providencia, que no ha de castigar eternamente al inocente, más allá de la tercera ó cuarta genearción amenazadas en las Sagradas Escrituras. A esta Providencia, hijos míos, os encomiendo aquí, y os aconsejo que, precavidamente, os abstengáis de cruzar el páramo en aquellas horas tenebrosas en que el Espíritu del Mal anda suelto.

»(Esto escribe Hugo Baskerville para sus hijos Rogelio y Juan, recomendándoles toda reserva respecto á su hermana Isabel.)»


Cuando el doctor Mortimer hubo acabado de leer este singular relato, se levantó los anteojos sobre la frente y clavó los ojos en Sherlock Holmes. Este bostezó y tiró al fuego la punta del cigarrillo.

—¿Y...?—dijo.

—¿No le parece á usted interesante?

—Si. Para un compilador de cuentos de hadas.

El doctor Mortimer sacó del bolsillo un periódico doblado.

—Ahora, señor Holmes, voy á darle á usted algo un poco más reciente. Este es el Devon County Chronicle de mayo 14 de este año. Contiene una breve reseña de los hechos puestos en evidencia con motivo de la muerte de sir Carlos Baskerville, ocurrida pocos días antes de aquella fecha.

Holmes se enderezó en su asiento, y asumió una expresión de interés profundo. Nuestro visitante se bajó otra vez los anteojos, y empezó: