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»podía tener las manos en todos los hilos »tiempo.

»Le he dicho ya que sus informes llegaron pin »tualmente á mi poder, pues en cuanto se recibis »aquí, en Londres, eran expedidos sin pérdida d »un segundo á Coombe Tracey. Estos informa »me prestaron grandes servicios, especialmente l »que contenía aquel fragmento de biografía de »Stapleton, en parte verídico. Gracias á esto pude »establecer la identidad de él y de su mujer, y »supe, al fin, exactamente, de lo que se tratabn.

»El asunto se había complicado de una manera »considerable por el incidente del presidiario pró»fugo y por las relaciones entre él y los Barrymo.

»re. Esto también lo aclaró usted por completa, »aunque yo había llegado ya á la misma conclu »sión, gracias á mis propias observaciones en el »terreno.

»Cuando me descubrió usted en el páramo, yo tenía, pues, un conocimiento completo del asun»to; pero el caso no podía ir todavía ante un ju »rado. La misma tentativa primera de Stapleton »contra sir Enrique, que terminó con la muerte »del desdichado presidiario, no nos ayudó tampo.

»co mucho en nuestro propósito de obtener una »prueba de los crímenes del hombre. Parecía no »haber más recurso que el de sorprenderlo con las »manos en la masa, y para esto teníamos que ha»cer servir de señuelo á sir Enrique, solo y apa.

>rentemente desamparado. Así lo hicimos; y, á »costa de un rudo golpe para nuestro cliente, lo »gramos completar nuestra acusación y arrastrar »á Stapleton & su ruina. Lo de que sir Enrique shaya estado en peligro aquella noche es, lo con»fieso, un cargo contra mi dirección en el asunto;