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»hipótesis habría podido explicar aquel deseo de »tener á todo trance un botin viejo y aquella indife»rencia respecto á uno nuevo. Cuanto más exage»gerado y groteseo sen un incidente, tanto más »prolijamente merece ser examinado; y el punto >que parezca complicar más un enso es, en reali»dad, si el asunto está debidamente estudiado y científicamente manejado, el punto que quizá ha »de dilucidarloereer »Después, á la mañana siguiente, recibimos la »visita de nuestros amigos, seguidos siempre por »Stapleton en el cab. Considerando la circunstan»cia de que éste sabla ya entonces mi domicilio, y »conocía mi figura; y teniendo también en cuenta »sus procedimientos en general, me inclino á »que la carrera criminal de Stapleton no ha esta»do limitada al simple caso de Baskerville. Es »sugerente el hecho de que durante los tres úl»timos años se hayan producido en el Oeste cuatro »robos de gran importancia, cuyos autores nunca »fueron descubiertos. El último de estos robos, »que ocurrió en mayo, en Folkestone Court, se »hizo notable por el asesinato á sungre fría del »muchacho que sorprendió al salteador único y »enmascarado. No tengo la menor duda de que »Stapleton reponía de esta suerte la merma de sus »recursos, y que durante años ha sido un hombre »terrible y peligroso.

»Nos ha dado un ejemplo de su facilidad de ex»pedientes aquella mañana que se nos escabulló »con el mayor éxito, y tenemos también un ejem»plo de su audacia en aquello de mandarme mi »propio nombre por intermedio del cochero. Des»de aquel momento el individuo comprendió que »yo me había dado cuenta de las cosas en Londres,