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correr cualquier riesgo. Su primer »re establecerse tan cerca de Baskerville >trumento »acto »Hallle fué posible; y el segundo, entablar con sir Carlos Baskerville y con sus »demás vecinos.

»El mismo sir Carlos fué el que le contó lo del »sabueso legendario, preparando así el camino de »su propia muerte. Stapleton, como seguiré lla»mándolo, sabía que el anciano padecía del cora»zón, y que una fuerte impresión lo mataría. Lo »sabía por el doctor Mortimer. Había oído decir, »también, que sir Carlos era supersticioso y que »había tomado muy por lo serio la horrenda tradi»ción. Su ingenio le sugirió inmediatamente un »medio de provocar la muerte de sir Carlos, por »el cual sería muy difícil que pudiera sospecharse »que esta muerte había sido criminal.

»Una vez concebida la idea, procedió á llevarla »á cabo con extremada sutileza. Un maquinador »vulgar se habría contentado con valense de un »sabueso salvaje; pero el empleo de medios artifi»ciales para hacer satánico al animal fué un ras»go genial de su parte. Compró el perro en Lon»dres, en casa de Ross & Mangles, en Fulham »Road. Era el más vigoroso y feroz de los que FENOT

»había en aquel momento. Se lo llevó oonsigo por »la línea de Devon Norte, y recorrió á pie t una »gran distancia á través del páramo á fin de condu»cirlo á lugar seguro sin que lo viesen. En sus »cacerías de insectos había aprendido ya á inter»narse en la Gran Ciénaga de Grimpen, y en ella »había encontrado un escondrijo seguro para el »animal. Lo metió allí y se puso á esperar la oca»sión de aprovecharlo.

»Pero ésta tardó algo en llegar. No era posible