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naga. ¡Oh! ¡Si hubiera podido ir á arrancarlas hoy! Entonces sí que estaría ahora á merced de ustedes !

Nos pareció evidente que toda persecución era imposible mientras la niebla no se levantara. Por consiguiente dejamos á Lestrade en posesión de la casa, y Holmes y yo, volvimos con el baronet á Baskerville Hall. Ya no había por qué ocultar á nuestro amigo la historia de los Stapleton, y el hombre soportó valientemente el golpe cuando supo la verdad respecto de la mujer que amaba.

Pero la emoción de las aventuras de la noche habían desconcertado sus nervios; y, antes de que llegara el nuevo día, yacía delirante, con una fiebre altísima, al cuidado del doctor Mortimer. Uno y otro estaban destinados á dar juntos la vuelta al mundo, antes de que sir Enrique volviera á ser el hombre sano y animoso que había venido á Inglaterra á hacerse cargo de la ominosa herencia.

  • ** Y ahora paso rápidamente á la conclusión esta singular historia, en la que he tratado de ca cer participe al lector, de aquellos sombríos temreen y de aquellas vagas sospechas que por tanto tiempo nublaron nuestras vidas, y que terminaron de una manera tan trágica.

En la mañana siguiente á la noche de la misete del sabueso, la niebla se habla levantada guiados por la señora Stapleton, fuimos al sitio donde el naturalista había encontrado un paso á través del pantanal. Pudimos medir bien todo el horror de la vida que esta pobre mujer habis lle.