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doncella (que era discreta y de buena repu»tación), huía siempre de él, pues lo temía. Aconteció entonces que un día de San Miguel, este Hugo, acompañado de cinco ó seis de sus ociosos y malvados compañeros, se introdujo furtivamente en la granja y sacó de allí á la doncella, en momentos en que el padre y los hermanos se hallaban fuera de la casa, como él bien lo sabía.

»Una vez en el Hall, la doncella fué encerrada en un aposento del piso alto, y Hugo y sus ami»gos se entregaron abajo á una interminable orgía, como acostumbraban hacer todas las noches.

»Ahora bien; es probable que la pobre muchacha se trastornara con los cantos y gritos y terribles juramentos que llegaban á sus oídos, puesto que (según se dice), las palabras que profería Hugo Baskerville cuando estaba ebrio eran como para fulminar al que las dijera. Al fin, en el colmo del terror, la infeliz hizo algo que hubiera intimidado al más valiente y ágil de los hombres; porque, asiéndose de los tallos de la hiedra que cubría (y cubre aún) el muro del Sur, se desprendió al suelo, casi desde el tejado, y echó á correr hacia su >casa á través del páramo; tres leguas había entre el Hall la granja.

»Quiso el azar que, un momento después, Hugo se separara de sus convidados para llevar alimen»tos y bebida (y otras cosas peores tal vez), á su cautiva, y entonces halló la jaula vacía; el pájaro se le había escapado. Parece que, al ver esto, el hombre se puso como un poseído; porque, precipitándose escaleras abajo, entró en la sala de festines, saltó sobre la gran mesa, haciendo volar á un lado y á otro los cántaros las bandejas de los manjares, é hizo saber á gritos á los convida-