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demos pensar, si queremos emplear bien el tiempo, es en hacer una visita á su conocida, la señora Laura Lyons.

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24289 Con esto empezó á hacerse evidente para mí el plan de campaña de Holmes. Se iba á servir del baronet para convencer á los Stapelton de que nos habíamos ido positivamente á Londres, mientras que, en realidad, volveríamos al páramo para encontrarnos en él en el momento en que, probablemente, íbamos á ser necesarios. Aquel telegrama de Holmes, fechado en Londres, desvanecería toda sospecha de parte de los Stapleton, si sir Enrique llegaba á citarlo. Me parecía ver ya que nuestras redes iban estrechándose alrededor del respetable sollo de quijadas flacas.

La señora Laura Lyons estaba en su oficina, y Sherlock Holmes abrió la entrevista con tal franqueza y tan derechamente, que la dama se sorprendió de una manera considerable.

—Estoy investigando las circunstancias en que ocurrió la muerte de sir Carlos Baskerville—le dijo.—Mi amigo, el doctor Watson, me ha comunicado ya lo que usted ha declarado,, y también lo que ha reservado, respecto á este asunto.

¿Qué es lo que he reservado?—preguntó la dama provocativamente.

—Usted ha confesado que le pidió á sir Carlos que estuviera en el portillo á las diez; esto es; on el lugar y á la hora en que ocurrió su muerte. Y usted se ha reservado la relación que existe entre uno y otro hecho.

—No hay ninguna relación.

—En tal caso la coincidencia tiene que ser muy extraordinaria, por cierto. Pero creo, señora, que hemos de lograr dejar sentada esta relación, á pe-