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nunca hemos tenido un adversario más digno de nuestro acero.

—Siento que él lo haya visto á usted.

—Yo también lo sentí al principio. Pero no había medio de evitarlo.

M w wwall — Qué efecto cree usted que puede tener en los planes del individuo el hecho de que él sepa que usted está aquí?

—Esto puede obligarlo á ser más precavido, como también puede llevarlo á tomar en seguida medidas desesperadas. Como la mayor parte de los criminales inteligentes, éste ha de confiar demasiado en su propia habilidad y ha de imaginarse que nos ha engañado por completo.

—Por qué no lo hacemos arrestar ahora mismo?

—Mi querido Watson, usted ha nacido para ser hombre de acción. Su instinto es siempre hacer algo enérgico. Pero, suponiendo por un momento que lo hiciéramos arrestar esta noche, ¿qué demonios adelantaríamos con ello? No podemos probar nada contra él. En esto estriba toda su diabólica astucia! Si el hombre estuviera sirviéndose de un instrumento humano, podríamos conseguir alguna prueba contra él; pero si tenemos que sacar al perro á la luz del día, éste no nos ayudará á poner á su amo la soga al cuello.

Pero hay lugar á la acusación, positivamente.

—No tenemos ni la sombra de un fundamento...

No hay más que sospechas y conjeturas. Nos echarían del tribunal á carcajadas si nos presentásemos con semejante historia y con semejantes pruebas.

Tenemos la muerte de sir Carlos.