Página:El sabueso de los Baskerville (1909).djvu/199

Esta página no ha sido corregida
— 201 —

201 través del páramo, y vi el fulgor rojizo de un cigarro. La luz de la luna dió sobre él, y entonces reconocí la figura animada y el paso airoso del naturalista. Al vernos se detuvo, pero en seguida continuó andando.

— Cómo, doctor Watson! ¿es usted, no? | La última persona que hubiera esperado ver yo en el páramo á estas horas de la noche! Pero, amigo, ¿qué es esto? ¿Algún herido? No... no me digan que es nuestro amigo sir Enrique !...

Pasó precipitadamente por delante de mí, y se agachó sobre el cadáver. Sentí que hacía una fuerte aspiración, y el cigarro se desprendió de sus dedos.

Quién... quién es éste?—tartamudeó.

—Es Selden, el presidiario que se escapó de Princetown.

Stapleton volvió hacia nosotros su cara, la cara de un espectro; pero, haciendo un esfuerzo sobrehumano, dominó en un instante su sorpresa y su decepción. Sus miradas penetrantes se clavaban en Holmes y en mi.

Santo Dios! ¡Qué espectáculo tan horrible!

¿Cómo ha muerto?

—Parece que se quebró la nuca al caer de estas rocas. Mi amigo y yo nos paseábamos por el páramo cuando oímos un grito.

—Yo también oí un grito. Eso fué lo que me hizo salir de casa. Estaba intranquilo por sir Enrique.

—¿Por qué precisamente por sir Enrique ?—no pude dejar de preguntarle.

—Porque yo lo había invitado á venir á casa.

Estaba extrañando su tardanza, y, naturalmente, me alarmé al pensar en él cuando oí gritos en el