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1 en el asunto. Yo procedo siempre en estas cosas pura y sencillamente por un sentimiento de deber público. No tengo la menor duda, por ejemplo, de que los de Fernworthy me quemarán en efigie esta noche. La última vez que lo hicieron, les dije á los de la policía que debían impedir estos vergonzosos espectáculos. La policía de la provincia se halla en un estado escandaloso, señor, y no me ha prestado protección que tengo derecho. El juicio Frankland contra Regina» pondrá este desbarajuste á los ojos del público. Les dije que habían de llegar á arrepentirse de la manera cómo me habían tratado, y mis palabras han resultado ya ciertas.

—¿Cómo?—pregunté.

El anciano adoptó un aire de muy, entendido.

—Yo les podría decir lo que ellos se están muriendo por saber; pero nada podrá inducirme & ayudar en ninguna forma á osos pícaros.

Hasta aquel momento yo había estado buscando á mi alrededor alguna excusa para poder librarme de la charla del viejo pleitista; pero entonces empecé á sentir deseos de oirlo. Conocía bastante la naturaleza contradictoria del viejo pecador para comprender que la menor muestra de interés sería el medio más seguro de cortar sus confidencias.

—¿Algún cazador furtivo, tal vez?—dije en tono indiferente.

Ja, ja! mi amigo... algo muchísimo más importante que eso! ¿Qué me dice del prófugo que está en el páramo?

Me estremecí.

—¿Quiere usted decir que sabe dónde está ?—pregunté.