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Mortimer queria saber el objeto de mis averiguaciones, pero me arreglé para satisfacer su curiosidad sin decirle demasiado; por cuanto no hay ninguna razón para que tengamos confidencias con nadie. Mañana por la mañana daré un paseo hasta Coombe Tracey, y si puedo ver á esta señora Laura Lyons, de reputación equívoca, habremos dado un gran paso hacia el esclarecimiento de uno de los incidentes de esta cadena de misterios. Estoy desarrollando, realmente, toda una sabiduría de serpiente; porque cuando Mortimer llevó sus interrogaciones á un extremo inconveniente, le pregunté de pronto á qué clase de tipo pertenecía el cráneo de Frankland, y gracias á esto, en todo el resto del camino no of hablar más que de craneología. De algo me ha servido el vivir años enteros con Sherlock Holmes.

Otro incidente más tengo que recordar en este día borrascoso y melancólico. Mi conversación reciente con Barrymore, que me ha dado una buena carta más, que jugaré en cuanto sea oportuno.

Mortimer se había quedado á comer, y él y el baronet jugaron después al ecarté. El mayordomo me trajo el café á la biblioteca, y aproveché la ocasión para hacerle unas preguntas.

38 —Y...le dije,—se ha marchado ya ese precioso amigo suyo, ó está metido allá todavía?

—No sé, señor. ¡Quiera el Cielo que se haya ido, porque no ha venido aquí más que para causar trastornos! No sé nada de él desde la última vez que le dejé la comida, y de esto hace ya tres días.

P —6 Lo vió usted entonces?

—No, señor; pero la comida había desaparecido cuando volví á pasar por aquel sitio.