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I Se 161 Fui inmediatamente á mi cuarto y escribí á Holmes mi informe sobre la conversación con Barrymore. Para mí es evidente, que en estos últimos tiempos mi amigo ha de haber estado muy ocupado, porque las notas que he recibido de él son muy pocas y muy breves; no contienen ningún comentario sobre las informaciones que le he suministrado, y apenas si hacen alguna referencia á la misión que desempeño. Sin duda alguna, su caso de chantage está absorbiendo todas sus facultades. Pero este nuevo factor ha de llamar su atención seguramente, y despertará otra vez su interés. Querría que estuviese ya aquí.

Octubre 17.—Hoy la lluvia ha estado cayendo á cántaros todo el día, zurriendo contra la hiedra y chorreando de los aleros del tejado. Pensé en el prófugo que estaba fuera, en el páramo helado, desolado y batido por los vientos. ¡Pobre hombre !

Sean los que fueren sus crímenes, los ha expiado ya en parte. Después pensé en el otro: en la cara dentro del cab, en la figura contra la luna. ¿Estaba también allí, en medio de aquel diluvio, este guardián invisible, este hombre de las tinieblas?

A la tarde me puse mi capote impermeable y anduve un largo trecho por el páramo en plena chullición entonces, con la mente llena de pensamientos sombríos, mientras la lluvia me azotaba el rostro y el viento silbaba en mis oídos. Dios proteja á los que vagan ahora por la Gran Ciénaga, porque hasta las firmes lomas se habrán hecho un tembladal!

— Reconocí el sombrío picacho sobre el cual había visto al solitario guardián, y desde su fragosa cima extendí la vista, yo también, sobre la melancólica llanura. Ráfagas de lluvia se deslizaban á