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1 cuando lo que resultó después haya demostrado cuán descaminadas iban.

Entonces reconocí que, fuera cual fuese la explicación real del proceder de Barrymore, la responsabilidad de mantener el hecho en secreto hasta que pudiera explicarlo, era algo más de lo que yo podía soportar. De suerte que, como le decía á usted en mi anterior, tuve una entrevista con sir Enrique en su estudio, después del desayuno, y le conté lo que había visto. El baronet se mostró menos sorprendido de lo que yo esperaba.

—Sabía—me dijo,—que Barrymore tiene la costumbre de andar dando vueltas de noche, y estaba ya con ganas de interrogarlo al respecto. Dos ó tres veces lo he oído ir y venir por el corredor, precisamente á la hora que usted dice.

—Entonces es probable que todas las noches haga una visita á aquella ventana—insinué.

—Es probable. En tal caso podríamos seguirlo, y ver qué es lo que anda haciendo. Quisiera saber qué haría su amigo Holmes si estuviera aquí...

—Creo que haría exactamente lo que usted acaba de indicar—dije.—Seguiría á Barrymore para ver en qué andaba.

—Entonces so es lo que vamos á hacer nosotros.

—Quizá llegue á sentirnos.

—El hombre es un poco sordo; pero, de cualquier manera que sea, hay que correr el riesgo.

Esta noche nos meteremos en mi pieza, y esperaremos á que pase.

Y el baronet se frotó las manos satisfecho, halagado evidentemente por la perspectiva de una aventura que venía á aliviar por un momento la vida un tanto tediosa que hace en el páramo.

El Sabueso.—9