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confieso que he pasado malos momentos pensando en los Stapleton. Estos viven muy lejos de toda ayuda. Son, en resumen, una doncella, un viejo criado, la hermana y el hermano, y este último no muy fuerte. Estarían, por lo tanto, completamente indefensos ante un hombre desesperado como el criminal de Notting Hill, si éste llegara á introducirse en la casa. Tanto á sir Enrique como á mí nos inquietaba la situación de ellos, y entonces se propuso que Perkins, el cochero, fuera á dormir allá; pero Stapleton no quiso saber nada de esto.

Es el caso que nuestro amigo el baronet empieza á demostrar gran interés por nuestra hermosa vecina. No hay que asombrarse de ello, porque en este lugar solitario el tiempo se hace pesado para un hombre activo como él, y, por otra parte, la joven es muy hermosa y muy fascinadora. Hay en ella algo tropical y exótico que contrasta singularmente con la frialdad é impasibilidad de su hermano. Aunque lo cierto es que Stapleton hace pensar que tal vez sea un hombre de pasiones concentradas. Es indudable que ejerce notable influencia sobre su hermana, porque he observado que ella lo consulta continuamente con la mirada cuando conversa, como pidiéndole que apruebe sus palabras.

Creo que el hombre ha de ser bueno con ella, aunque sus ojos tienen el brillo áspero y sus labios delgados la expresión firme que denuncian el carácter imperioso y á veces rudo. Probablemente usted lo consideraría interesante como tipo de estudio.

Stapleton vino á visitar á sir Enrique aquella tarde, como le he comunicado ya á usted, y á la mañana siguiente nos llevó á mostrarnos el sitio á que hace referencia, según se supone, la leyenda del perverso Hugo. Fué una excursión de varias 19/12/2015