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IV

terra como una profanacion hasta quererle imitar. Los franceses no alaban la creacion de los silfos, y á pesar de su galanteria con las damas, llaman empalagosos á estos seres que dirigen el tocador de las hermosas, sus galas, preseas, esencias y pomadas; mas los poetas italianos, á quienes no parecen mal los chichisbeos, los toleran; y aun celebran estos silfos y les parecen tan bien, como las creaciones de la Fama, de la Discordia, del Deleite, la Molicie, el Furor y otros seres morales que se hallan en Hesiodo, el grande Homero, y sus imitadores Virgilio, Stacio, Silio itálico y casi en nuestros dias Boileau en su Lutrin y el gran Voltaire en su Enriada. Cualquiera que sin pasion medite la creacion de Pope se acordará de la diosa partera, del dios Término, de la diosa de las callejuelas y de otras mil divinidades que numera Ovidio en su mejor obra, que todos celebran y aplauden. Los genios de los indios orientales, los espíritus de los americanos son de la misma familia, laya y caletre. Por mi parte aseguro que me agradan los silfos, su destino y ocupacion cerca de la belleza: y me parece que tiene aun mejor empleo que el del decantado trágico inglés, el Ariel de Pope. Chateaubriand le hace la gracia de suponerle una mera imitacion del Lutrin del aristarco francés.

Publicose despues su célebre carta de Heloisa á Abelardo, que algunos miran como su obra maestra. Reina en ella fina correccion, tersa elegancia, pensamientos llenos de calor, vivacidad en las espresiones que juntas pocas veces se hallan en las obras de Pope. Pero el lector es preciso que deje á un lado la antigua carta latina de Heloisa y el artículo de Abelardo del diccionario de Bayle, pues aquí solo hallará pinturas sensuales, vigorosas y apasionadas que no se parecen á las de Pope, que pinta otra Heloisa, y que no retrata una pasion ardiente que todo lo desprecia, que todo lo confiesa, que de todo se acuerda con una delicia tal que avergonzaria al mayor mundano, pero que inundaba el corazon de una abadesa entre sepulcros, y las ateridas sombras y profundo retiro del religioso claustro. Pope quiso presentarnos