Página:El rizo robado (1851).pdf/50

Esta página no ha sido corregida
34

De su triunfo se ve que allí respira,
Y el honor y pereza,
Que de un Par se contiene en la cabeza.
Pero Umbriel, genio infame, no descansa,
Y al pomo de pesares se abalanza.
En gracioso desmayo ya aparece
Belinda, y desfallece
En lagrimas sus ojos inundados,
Y en suspiros ahogados;
Sobre el pecho la frente reclinando,
Se levanta y decia sollozando:

  • Para siempre maldito el negro dia,

En que perdí mi rizo y mi alegria:
¡Una y mil veces yo dichosa fuera
Si la corte de Hampton nunca viera!
No soy yo ciertamente la primera
Que de amor cortesano escarnio fuera.
10, si en tierras lejanas olvidada,
Quedara solitaria y desterrada,
Donde el dorado coche no sonara,
Ni el tresillo ó bohea se nombrara:
Y allí con mis encantos escondida,
Como rosa en desierto fuera hundida !
¡Quien con lores vagar me persuadiera!
En mi casa rezando mejor fuera.
Mil presagios mi suerte predecian;
De mi trémula mano se caian
Horquillas y lunares, y la china,
Si viento se agitaba resonando;
Y mi lorito Poll ni hablar atina;
Y Relindo, el faldero,
Adusto me miraba y muy severo.
Un Silpho me advertia
Que algun hado fatal me perseguia